domingo, 26 de febrero de 2012

¿Y tú qué eres? Yo LOGOPEDA =)

Llevo como cinco entradas diferentes empezadas, pero no tengo ganas de terminar ninguna. Qué vaga soy… y qué poco me cuesta reconocerlo (no sé que es más preocupante). Así que he pensado que si quería terminar una tenía que ser de algo sobre lo que tuviera ganas de escribir. Y como ya sabe todo el mundo que una de las cosas que más me gustan en el mundo es mi profesión, pues escribiré sobre ello.


Estoy muy cansada de tener esta conversación. Y sé que todo el mundo que se dedique a este campo la habrá tenido una y otra vez.
Persona: Y tú, ¿en qué trabajas? / ¿qué estudiaste? / ¿qué eres?
María: Pues soy logopeda.
Persona: ¡Ah!, lo de la “R”.
María: Sí bueno, en realidad yo me dedico más a sorderas.
Persona: ¡Ah!, entonces tú… (moviendo las manos sin ningún orden).
María: (Sí, también bailo sevillanas, sonrisa, hombros encogidos) Más o menos… (Cambio de conversación antes de que me ate una coleta).
Bien, pues he decidido hacer una guía rápida de Logopedia para extraños.  Acabaré por imprimir este texto, llevarlo en la cartera, e ir entregándoselo a la gente cada vez que me pregunten…

Antes de empezar, compañeros, se abstengan de criticar la falta de especificidad en las definiciones. Gracias. =) Allá vamos.

El trabajo del logopeda consiste en lograr la máxima funcionalidad en diferentes trastornos, condiciones, patologías… (llamémoslo X). Es decir, la Logopedia no cura, ayuda a acercarse a lo más normal, a lo más funcional, a lo que mejor nos sirva para el día a día. Es importante tener esto claro, porque lo más funcional no es lo mismo para todo el mundo.  Esta funcionalidad se determina en base a la edad cronológica de la persona, sus capacidades y su experiencia.
¿Y en qué tipo de problemas puede ayudar la Logopedia? Pues así bien separaditos, serían problemas de:
  • Fluidez
  • Voz
  • Habla
  • Lenguaje
  • Comunicación
  • Lectoescritura
  • Audición
  • Alimentación (deglución)

Ahora veréis como cada apartado por separado es muy claro. Desafortunadamente, lo habitual es que varios problemas vayan de la mano, complicando un poco la cosa (o haciéndola más estimulante y desafiante para el profesional, todo depende de puntos de vista).
  • Alteraciones de la fluidez del habla: a veces se llama disfemia, disfluencia,... casi todo el mundo entenderá mejor el término tartamudez (aunque, como decíamos antes, no sea muy específico).
  • Problemas de voz: aunque el tecnicismo es disfonía, normalmente lo conocemos como ronquera, o incorrectamente como afonía (la afonía sería la disfonía/ronquera más severa, la incapacidad para producir ningún sonido).
  • Problemas de habla: aquí nos referimos a la articulación. Y no, “lo de la R” no es el único problemilla con el que trabajan los logopedas. Las dificultades de articulación pueden afectar a un sonido/letra/fonema (y lo llamamos dislalia), o a varios (y lo llamamos retraso del habla).
  • Problemas de lenguaje: el trastorno aquí es mayor que la simple articulación (aunque puede incluirla). Aparecen dificultades para construir frases. Por ejemplo, un niño con retraso del lenguaje puede estar haciendo frases de dos palabras (como “nene pelota”) cuando tiene ya  4 años. Dentro de este grupo se pueden oír nombres como: Trastorno Específico del Lenguaje (TEL), retraso del lenguaje, disfasia, afasia...
  • Problemas de comunicación: cualquiera de las categorías anteriores puede ir de la mano con un trastorno de la comunicación (es decir un problema para transmitir el mensaje). Sin embargo, yo dejo esta categoría para aquellos problemas que no podemos incluir en las demás. A mi entender, serían trastornos de la comunicación las dificultades en la parte pragmática del lenguaje, los trastornos de las habilidades sociales,…
  • Problemas de lectoescritura: dificultades para leer y/o para escribir. Todo el mundo ha oído hablar de las dislexias, aunque también hay disgrafías, disortografías, discalculias, dispedagogías,...  
  • Problemas de audición: hipoacusias (sorderas parciales) y sorderas (totales). Podría dedicar horas y horas a escribir sobre las pérdidas auditivas, pero solamente diré que son parte de la práctica de los logopedas porque, de manera natural (sin ayudas), solo somos capaces de aprender a decir aquellas cosas que oímos. Y no hace falta bailar sevillanas para trabajar con personas sordas. Se llama Lengua de Signos (o Lengua de Señas en algunos países). Y tampoco hace falta hablar lengua de signos para trabajar con personas sordas. Mis niños solo aprenden lengua de signos si lo deciden los padres (en muy raras ocasiones). Lo habitual es que hablen oralmente.
  • Problemas de alimentación (deglución): también forma parte del trabajo de los logopedas ayudar a superar los problemas para tragar. De otros logopedas, porque yo, todo hay que decirlo, no tengo ni idea.

Así que, como podéis ver, los logopedas hacemos muchas más cosas que “lo de la R”. De hecho, personalmente lo considero una de las intervenciones más aburridas.

Y ahora bien, ¿cómo debería responder a la pregunta de a qué me dedico? Pues... mis niños llegan a mí porque todos comparten la peculiaridad de tener una deficiencia auditiva (es decir, problemas de audición). Debido a esto, podrían desarrollar problemas de voz (si no oyen correctamente su voz, puede que no sean capaces de modularla correctamente); problemas de habla (igualmente, si no oyen un sonido, necesitarán ayuda para aprender a emitirlo); problemas de lenguaje (esa falta de acceso a los modelos puede suponer que tarden en adquirir el lenguaje o lo adquieran con defectos); problemas de comunicación (imaginaros lo difícil que puede ser mantener una conversación, o cómo esto puede repercutir en las relaciones sociales por ejemplo); problemas de lectoescritura (si el lenguaje es deficitario, su codificación gráfica -escritura- también se verá afectada); e incluso de alimentación (la deficiencia auditiva puede ser consecuencia de un síndrome que entre otros aspectos afecte a la deglución).

Lo bonito de mi trabajo es conseguir que un niño que potencialmente pueda tener tantas dificultades, desarrolle un lenguaje apropiado. Y cuando ves a un enano con todos sus aparatejos, hablando como lo haría cualquier compañero de su edad... entonces sabes que descifrar todo el jeroglífico ha valido la pena. Y mucho.