sábado, 7 de enero de 2012

Psicología de la Amistad según Ruiz Montes

Llevo escribiendo esta entrada bastante tiempo, y es que nunca acabo de encontrar exactamente lo que quiero decir. Para hacerla acorde con mi último post, digamos que esto enlaza con el propósito #11.
Valorar mejor a las personas que tengo a mi alrededor. Y expresar mis valoraciones. Las buenas y las malas.
No, no está mal redactado. No significa valorar más, sino valorar mejor. Algunas personas merecen que las valore más, y otras, que deje de valorarlas tanto. O eso creo.

Con el tiempo, he llegado a la conclusión de que, por lo general, las personas en sí no tienen suficientes herramientas para influir en nuestros sentimientos, bien sea de modo positivo, o de modo negativo, sino que todo depende de la valoración (o idea, o creencia) que tengamos sobre ellas. Sería algo así como la teoría de Albert Ellis, por la que las situaciones a nuestro alrededor no son la causa directa de nuestros sentimientos o emociones, sino que estos se derivan de las creencias (valoraciones o ideas) que tenemos sobre esas situaciones.

Un ejemplo para clarificar:

Situación: Has estudiado mucho para un examen difícil y al final lo has suspendido.
Creencia 1: Crees que tus padres no te valoran lo suficiente y que no van a entender tus esfuerzos y, por lo tanto, van a castigarte.
Sentimiento 1: Rabia, enfado, ansiedad.
Creencia 2: Crees que tus padres te entienden y saben que te has esforzado al máximo, sabes que seguirán apoyándote y valorando tu esfuerzo.
Sentimiento 2: Cierto grado de decepción, ganas de superación personal.

Como podemos ver, los sentimientos no son consecuencia directa del hecho de haber suspendido el examen, sino que dependen más de lo que creemos acerca de ello. Esta teoría se basa en cambiar nuestras creencias para cambiar y controlar nuestros sentimientos y emociones.

De igual manera, las creencias (valoraciones o ideas) que tenemos acerca de las personas que nos rodean hacen que las interacciones con ellas nos afecten de una manera o de otra.

Ejemplo ilustrativo dos:

Situación: Te enteras de que una persona ha estado diciendo cosas, digamos poco agradables, sobre ti.
Creencia 1: Valoras mucho a esa persona, la consideras un gran amigo y tienes toda tu confianza depositada en ella.
Sentimiento 1: Rabia, tristeza, soledad.
Creencia 2: Apenas conoces a esa persona y nunca habéis tenido relación, por lo que te es indiferente.
Sentimiento 2: Probablemente indiferencia, curiosidad si cabe.
Creencia 3: Conoces a esa persona de una relación pasada. Aunque la valorabas mucho, ahora ha pasado a estar fuera de tu vida. (Vaya, ex-es en general, examigos, exparejas,…). 
Sentimiento 3: Más allá de la indiferencia, te puede hasta hacer gracia, e incluso puedes llegar a sentir lástima por la otra persona, que aún no te dejó atrás.

¿A que alguna vez nos hemos sentido identificados con algo de esto? Bien. Esta es la razón de que uno de mis propósitos sea valorar mejor a las personas. Si la creencia que tengo sobre cada persona, es ajustada a la realidad, sus acciones repercutirán en mí (y en mis emociones) en su justa medida. No me emocionaré de más, ni de menos.

Y pensaba terminar este post hablando de qué hace (a mi parecer) que una persona merezca una buena valoración. Pero esto ya es suficientemente denso y largo. Así que,… mañana será.

1 comentario:

  1. Pues..... Yo espero que siempre seamos amigos, porque post como estos se merecen una estupenda mención. Un besado y animoooooo

    ResponderEliminar