miércoles, 11 de enero de 2012

Cuando las personas merecen la pena

En las últimas semanas he estado manteniendo conversaciones muy interesantes sobre la necesidad de tener gente a nuestro alrededor y sobre qué hace que esta gente merezca la pena (o más bien merezca nuestro esfuerzo).

Parece que todos tenemos más o menos claro que las personas somos seres sociales por naturaleza. Pero, ¿hasta qué punto llega esa necesidad de socialización? La gente que me conoce bien, sabe que yo soy bastante asocial. No me gusta que me toquen, no me gusta que me abracen (al menos durante mucho tiempo),… y sobre todo, no me gusta estar con la gente porque sí. No entiendo esa necesidad acuciante de estar con gente, incluso con gente a la que no conoces.

Aun así, reconozco que me gusta estar con ciertas personas. Y hasta me dejo abrazar “casi” sin inmutarme. Pero eso sí, se trata de un grupo muy selecto de personas. Y, ¿qué hace a estas personas especiales para mí?

Puede parecer un poco materialista, pero sigo manteniendo la opinión de que, para esforzarte y apreciar una relación, esta tiene que aportarte algo. En realidad, esa aportación no tiene por qué ser material. Más bien, en mi caso, no se trata de nada material. Cada uno deberá decidir qué necesita, o qué quiere que le aporten sus relaciones.

Diferentes personas nos aportaran diferentes cosas. Personalmente, tengo la suerte de contar con muchas aportaciones (o al menos para mí son muchas), que me hacen sentir que la gente que he decidido que esté a mi alrededor merece la pena.

Y, ¿cuándo creo que alguien merece la pena?

  • Cuando a su lado siento que puedo ser mejor persona, y me esfuerzo por ello. Supongo que esto es básico. Si alguien te hace ser peor persona… bueno, simplemente no creo que eso funcione. 
  • Cuando junto a esa persona, tengo la sensación de que puedo pasar por lo que sea. Lo extremadamente bueno y también lo extremadamente malo. Cuando siento que me apoya, que me ayuda a levantarme, y también a echarme las mejores risas de mi vida.
  • Cuando entiende mis sentimientos sin que tenga que expresarlos. Hablar de nuestras emociones no siempre es fácil y siempre hay alguien que es capaz de entender como me siento sabiendo mis circunstancias. Y eso puede llegar a ser tan importante…
  • Cuando me aporta estabilidad. Bueno no. En realidad cuando me aporta justo lo que necesito. Que unas veces es estabilidad, y otras, un puntito de locura.
  • Cuando se acomoda a mí, incluso si es lo que menos le apetece en ese momento.
  • Cuando, sabiendo que estoy abajo, coge la mejor película, un bol de palomitas y tres bolsas de chuches (de a dos euros de la máquina expendedora de letras), y consigue dar la vuelta al día.

La pregunta de reflexión final es, ahora que tengo más o menos claro lo que me gusta que me aporten, ¿estoy yo siendo justa en ese intercambio?, ¿también yo aporto algo así?, ¿también yo consigo que los demás sean tan felices como ellos me hacen a mí? 

1 comentario:

  1. Claro que aportas Marixu, al menos a mi. Una verdadera amistad debe seguir el Quid pro quo

    ResponderEliminar