Ayer, mi amigo Víctor escribió una entrada preciosa en su blog, echadle un vistazo en http://disparadordepalabras.blogspot.com/2011/12/personas.html . Habla sobre valorar lo que tenemos. O más bien sobre valorar a aquellas personas con las que contamos. Eso que tanto nos cuesta hacer.
Total, que me ha dado un poco de envidia y me ha apetecido a mí también hacer una pequeña reflexión sobre diferentes cosas que, con el tiempo, he aprendido a valorar.
- He aprendido a valorar a mi familia. Después de haber estado deseando durante bastante tiempo poder vivir sola, desde la distancia aprendí a comprender la importancia que tenían. Y contra todo pronóstico, tras 4 años de total libertad, y con todos mis conocidos cuestionando mi decisión, no solo fui capaz sino que fui muy feliz volviendo a vivir en casa. Fue una segunda oportunidad, que me permitió volver a disfrutar de los lujos de vivir cuidada por mis padres.
- He aprendido a valorar a mis amigos. A los de verdad. A esos que sabes que no te van a fallar. No. En realidad a esos que sabes que vas a ser capaz de perdonar incluso aunque te fallen. Esos amigos que están ahí. Esos a los que solo con el “hola” de iniciar la conversación saben si estás bien o mal. Esos que reconocen tus virtudes. Es más, esos que conocen tus defectos y no solo los aceptan, sino que te ayudan a reírte de ellos.
- He aprendido a valorar el esfuerzo. Me he dado cuenta de que la suerte tiene un porcentaje muy bajo de éxito en mi vida, y que para conseguir algo, necesito esforzarme.
- He aprendido a valorar la educación que he recibido a lo largo de toda mi vida, a ser crítica al respecto y a discernir qué educadores me aportaron (y me siguen aportando) algo, y cuáles no. Incluso aunque a veces me de rabia admitirlo.
- He aprendido a valorar a las personas y todas aquellas cosas que son capaces de crear, me gusten o no. Una expresión de cualquier tipo merece todo el respeto solo por haber sido creada. Y una persona que crea es una persona que aporta algo nuevo al mundo.
- He aprendido a valorar que todo el mundo puede enseñarme algo, sobre todo aquellas personas de las que creo que no puedo aprender mucho.
- He aprendido a valorar las cosas pequeñas, los detalles, los regalos porque sí, los besos inesperados, los mensajes a medianoche,…
- He aprendido a valorar que, aunque mi vida no es perfecta, es la que me ha tocado vivir. Y por muchos defectos que encuentre, ni se van a ir por sí mismos, ni van a desaparecer porque los ignore. Esto es lo que hay. Y en realidad… me gusta.
Gracias a todos los que me ayudáis a arreglar y valorar mi vida cada día un poquito más. Porque hacerlo todo sola… sería aburridísimo, y dificilísimo.